viernes, 5 de febrero de 2016

El peligro de obedecer a lo que todo hombre por naturaleza alberga.


Los latidos de mi corazón jamas habían estado tan claros. Dios cuantos anhelos tenia mi alma oscura cuando sentía el calor de tus palabras... 
Siempre lamente haber sido tan paciente, haber dejado actuar tanto al tiempo sabiendo lo perjudicial que puede ser su accionar.
¿Que era lo peor que podía pasar? No me importa, el cauce del remordimiento tiene su origen cuando pienso en lo mejor que podría haber pasado... Y cada vez que mis ojos te encuentran atravesando tantos pensamientos vacíos y simpáticos, el puñal que me clave a mi mismo se hunde mas...
Siento ira... 
Me creí un buen jugador. Pacte con una de las formas mas abstractas que encarno el mal, creí en mi fortaleza mental, en mi espíritu liberal y rebelde. No tenia idea del fuego con el que estaba jugando...
Por mucho tiempo el velo del deleite temporal encostro mis ojos, haciéndome pensar que disfrutaba de la liviandad de mis acciones sin poder ver el daño que caminar un camino tan sinuoso le estaba haciendo a mi corazón... 
Como en tantas ocasiones, me salvo mi fe.
Herido, maltratado, despojado de las pocas cosas buenas que conservaba y que te pertenecían me encontré en un campo de batalla desolado. Tenia que volver..
Fantasmas me siguieron de regreso, susurrándome cosas que a cualquiera atormentarían, no a mi, perdí todo lo que me hacia humano...
Estoy de vuelta... 
¿Que podría decir alguien en mi condición? Brazos cobardes intentaban apañarme. Me incitaban a justificarme...
El silencio, poderoso aliado para los que cometen traición. Voluntades que no pueden ser interpretadas salvo por quienes las conocen y conocen a sus portadores...
Mis ojos vuelven a encontrarte. Compruebo con dolor que ya no saben leerte... 
¿Sufriste tal vez?... Entiendo que siempre estuviste ahí, contemplando como mi naturaleza animal asesinaba todo lo que amaba... 
Mi alma, mas entenebrecida aun, recobra resquicios de sus viejos anhelos...
Quisiera verte sonreír como antes... Quisiera que seas feliz por siempre. 
Sacando ventaja de mi condena, me prometo destruir a quien se interponga entre tu felicidad y vos.
Dejo de contemplarte y alguien me hace una pregunta...
¿Cual es el precio que tiene que pagar aquel que traiciona a su corazón?
Respondo, aunque todavía lo estoy pagando... 




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